Hace casi dos años, el 15 de mayo de 2011, muchas personas salimos a la calle para expresar nuestro descontento con la manera de hacer política en nuestro país. Por primera vez en mucho tiempo (a mis 39 años no recuerdo otra ocasión similar) las personas salimos a la calle sin banderas, sin ser movilizados por ningún partido político o sindicato.
Para mi fue un momento especial. Hacia tiempo que me había dado cuenta de que ninguno de los vigentes partidos políticos deseaba un verdadero cambio. Pero eso no me preocupaba. Lo que me preocupaba es que la ciudadanía nos dedicábamos a protestar con nuestros amigos y familiares pero nadie proponía nada, nadie se movilizaba si no era convocado por la “izquierda”, la “derecha” o los sindicatos.
Ese día recuperé la esperanza, la esperanza en las personas, la esperanza en la democracia, la esperanza en un cambio político que seguro nos llevará a una Sociedad mejor.
Recuerdo como los partidos políticos vigilaban sorprendidos la movilización. Piensan que si no eres “de los suyos”, eres “de los otros”. Por ello, en aquellos días el PP intentaba desenmascarar al PSOE, IU o sindicatos detrás de las movilizaciones. Estos, intentaban adueñarse de ellas.
Hoy, dos años después, los movimientos sociales, poco a poco, se han convertido en algo habitual en nuestra sociedad y van cobrando protagonismo. Por ello, los partidos los siguen vigilando de cerca. No han podido destruirlos ni adueñarse de ellos. Tienen miedo a cualquier cambio.
Pero el cambio está en marcha. Está en construcción. Quizá aún queden unos pocos años para que sea real. Lo que sí que tengo claro es que tendrá que ser desde las urnas. Todo el mundo está expectante ante la posibilidad de un nuevo partido político que nos despierte ilusión y esperanza. Para que esto ocurra, este nuevo partido (o partidos) no deberá ser un partido “a la antigua usanza”. No deberá ser de “izquierdas” ni de “derechas” ni “extremista” ni de “centro” , no deberá de ser “etiquetable”. No deberá tener un único líder sino muchos y no hablarán “como enfadados” ni de manera arrogante, serán cercanos. No deberá simplemente criticar a los demás, deberá aportar nuevas ideas e incluso escuchar y aplaudir las de los otros partidos cuando estas sean acertadas. No intentará volver al pasado, analizará el presente y construirá el futuro. Nos merecemos un presente y un futuro diferente. Deberá ser transparente, humilde, colaborativo y fomentará nuevos mecanismos de democracia participativa hoy inexistentes. Sus objetivos serán la Felicidad y el Bien Común. Pero sobre todo, no tendrá miedo al cambio.
¡Ah! y si encima sus líderes hablan inglés, ¡mejor!.